Uno de mis
veranos, entre cuarto y sexto grado, pedí a mis padres que me enviaran a un
campamento. A ellos les sorprendió mi
pedido pues tenía la opción de quedarme en casa con ellos y compartir con los
amiguitos del vecindario, no había ninguna necesidad de ir a un campamento para
que me cuidaran. Sin embargo, yo había
escuchado sobre los campamentos y era una experiencia que yo quería tener. Mis padres, sin vacilar, me complacieron.
En el
campamento no había nadie que yo conociera, por lo que realmente, fue un deseo
mío, no fui por la presión de alguna amiguita que iba para el mismo
campamento. Allí compartí con gente
nueva, aunque no tengo recuerdos de haber hecho lazos de amistad
duraderos. Pero sí tuve muchos momentos
de crecimiento personal. Por ejemplo,
participé por primera vez en una clase de cocina y no recuerdo qué horneé, pero
me quedó bien. También participé en un fashion show. Para aquel tiempo, ya había dejado atrás mis
días como modelo infantil, pero el conocimiento todavía lo tenía por lo que disfruté
volver a caminar sobre una pasarela.
Tal vez, la
lección más grande para mí vino en la clase de computadoras. Un día, estábamos en el salón y no
encontrábamos cómo ejecutar alguna función en la máquina, ni los compañeros, ni
el maestro, ni yo. Pero en un momento de
lucidez, le dije al maestro tal vez había que tocar la tecla “F10” (por dar un
ejemplo, porque no recuerdo exactamente la tecla). El asunto es que eso resolvió nuestro
problema y él me lo agradeció.
Al final de
la semana, daban unos premios sobre los logros que tuvo cada participante del
campamento. Esa semana me llevé el de “most
improved in computers”. Recuerdo, como
ahora, que el premio me trajo sentimientos encontrados: por un lado, me sentía
contenta pues habían reconocido mi esfuerzo, pero por el otro, me sentía mal
porque quería decir que estaba tan mal en mi conocimiento sobre las
computadoras que merecía el premio de “quien más mejoría tuvo” por algo tan
sencillo como identificar la tecla correcta.
Todavía recuerdo el premio con un sentimiento agridulce.
Curiosamente,
en estos días leía sobre el “mejoramiento personal” en The Maxwell Plan for Personal Growth y puedo ver que llevarse un
premio de “quien más mejoría tiene” es algo bueno, porque significa que estamos
en crecimiento. Aunque sean pasos pequeños,
mejorar es importante. De hecho, decía la
lectura, que el éxito depende que estemos en un plan continuo de mejoramiento. Por lo tanto, unos 25 años después, he
aprendido que no debo sentirme mal por aquel premio, sino sentirme orgullosa
porque desde aquel momento he estado en crecimiento continuo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario