Como ya terminé el semestre y entregué notas,
estoy rediseñando mi rutina y mi horario para los próximos meses. En días recientes, verifiqué mi agenda y vi
que mis seminarios se llenan más cuando los doy durante los fines de
semana. Por lo tanto, como empresaria,
tengo que ajustarme a la necesidad de mi cliente.
Significa que, al parecer, mis días libres serán
lunes y martes o jueves y viernes, si los quiero corridos. Claro, que en este
mundo empresarial, mis días nunca son “libres”.
La verdad es que todos los días —a mayor o menor grado— hago algo
relacionado con el negocio. Ese es un
reto que acepté cuando decidí convertirme en empresaria.
De hecho, esa flexibilidad
es una de las cosas que más me gusta de tener un negocio propio. Si bien es cierto que trabajo más, también
tengo más control de qué hago y cuándo. Si
no quiero trabajar hoy, no trabajo, pero esa decisión jamás puede afectar a mi cliente.
Tal vez ese detalle es el que a veces se nos olvida como empresarios
pues no tenemos un jefe que nos diga lo que tenemos que hacer, pero tenemos clientes
que dependen de que hagamos lo que tenemos que hacer a tiempo. Por lo tanto, es más la responsabilidad.
Y volviendo al asunto de los días libres, yo
creo que en tener un plan. Por ejemplo,
que mis días libres sean lunes y martes, pero no por eso seré inflexible con un
cliente. A fin de cuentas, como diría mi
padre, “el cliente siempre tiene la razón”.
¿Cómo acomodas tus días libres con relación a
tu vida familiar y tus responsabilidades empresariales?
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