Mi papá fue
el primer emprendedor que conocí cuando todavía no se usaba el término, ni
sabía yo lo que era. Él tuvo negocios
toda la vida, entre ellos: restaurantes y talleres de mecánica. Cuando era
pequeña, yo soñaba con ser su acompañante, una especie de chofer que lo llevaba
a todas partes y coordinaba sus reuniones cuando ya él fuera muy viejito para
guiar. Aunque su súbita muerte no me
permitió cumplir ese sueño, él tuvo la oportunidad de darme unas enseñanzas de
vida que todavía recuerdo.
Cuando
nací, ya él estaba retirado. Sin
embargo, todavía administraba los negocios, pero para mí eso no era trabajo. Yo creía que trabajar era estar en una
oficina de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. y no estar disponible para recogerme en el
colegio a las 2:30 p.m. como él solía hacer.
Esa fue una de mis primeras lecciones en el
emprendedorismo: los horarios no son
tradicionales y la manera de trabajar tampoco. Por ejemplo, aunque parezca que solo estoy
sentada en el sofá, la verdad es que desde ese sofá produzco trabajo: edito
textos, preparo mis clases, contesto preguntas de mis clientes, colaboro en
redes empresariales… y actualizo mis blogs.
Si algo
necesitamos en estos días es cambiar los antiguos modelos. Ya pasaron los tiempos de salir a buscar
trabajo. Ahora nos toca crear nuestras
oportunidades. ¿¡Y qué mejor manera de
hacerlo que desde la comodidad de tu sofá!?
Cuéntame tu
experiencia como emprendedor/a.
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