Uno de los
recuerdos más lindos que tengo de mi papá fue la importancia de ser detallista
con los demás. Él jamás llegaba a lugar
alguno con las manos vacías. Por el
contrario, se daba a la tarea de conocer los intereses de la persona a quien
iba a visitar y llegaba con algún detalle que haría a esa persona sentirse
especial.
Por ejemplo, a mis maestras,
les llevaba café y quesitos. ¿Quién le
dice que no a un quesito? A mi tía, le
obsequiaba su licor favorito. A mí me
recogía del colegio con “una sorpresita” todos los días. La “sorpresita” podía ser tan sencilla como
un chicle, un peluche o un llavero. Pero
no fallaba ni un solo día. Y mi génesis:
a mi mamá la conquistó llevándole flores a la oficina. En fin, él conocía el arte de hacer a las
personas sentirse especiales y lo hacía con los detalles. ¿Y a quién le amarga un dulce?
Ese es un
arte que puedes emular en tu negocio: envía una postal de cumpleaños a tus
clientes, obséquiales un dulce específico cuando visiten tu negocio, da las
gracias después de una actividad o reunión,
ofrece café o agua mientras esperan en tu oficina. Cualquier detalle que haga que tú seas
diferente y mejor que tu competencia. A
la hora de la verdad, son los pequeños detalles los que hacen la diferencia y
te harán permanecer en la memoria de tu cliente.
Me encantó! Muy cierto :)
ResponderBorrar¡Gracias, Beatriz!
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