domingo, 8 de enero de 2012

Una persona detallista


Uno de los recuerdos más lindos que tengo de mi papá fue la importancia de ser detallista con los demás.  Él jamás llegaba a lugar alguno con las manos vacías.  Por el contrario, se daba a la tarea de conocer los intereses de la persona a quien iba a visitar y llegaba con algún detalle que haría a esa persona sentirse especial.   

Por ejemplo, a mis maestras, les llevaba café y quesitos.  ¿Quién le dice que no a un quesito?  A mi tía, le obsequiaba su licor favorito.  A mí me recogía del colegio con “una sorpresita” todos los días.  La “sorpresita” podía ser tan sencilla como un chicle, un peluche o un llavero.  Pero no fallaba ni un solo día.  Y mi génesis: a mi mamá la conquistó llevándole flores a la oficina.  En fin, él conocía el arte de hacer a las personas sentirse especiales y lo hacía con los detalles.  ¿Y a quién le amarga un dulce?

Ese es un arte que puedes emular en tu negocio: envía una postal de cumpleaños a tus clientes, obséquiales un dulce específico cuando visiten tu negocio, da las gracias después de una actividad o reunión,  ofrece café o agua mientras esperan en tu oficina.  Cualquier detalle que haga que tú seas diferente y mejor que tu competencia.  A la hora de la verdad, son los pequeños detalles los que hacen la diferencia y te harán permanecer en la memoria de tu cliente.

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