A finales de la
década de 1990, salió la película You’ve
got mail protagonizada por Meg Ryan y Tom Hanks. En aquel tiempo, uno se conectaba a la
Internet por la línea de teléfono y ver que el sistema te decía que tenías
correos electrónicos era toda una emoción.
Hoy, recibimos tantos y tantos correos que, en ocasiones, nos cansamos y
muchas veces los borramos sin leerlos.
Recientemente, recibí un correo de una de las muchas suscripciones que
tengo sobre escritores que decía en el asunto: “Te extrañamos”. De momento, me pareció una línea tan
personal, como si fuera un amigo o un familiar quien me lo dice que me llamó la
atención y lo abrí. Era un cupón de
descuento para comprar libros porque hace tiempo que no les compro y “me
extrañan”. No compré en el momento, pero
tengo que aceptar que sentirme “extrañada” me hizo sentir bien y me inspiró
para, por lo menos, ver qué libros tienen a la venta y contemplar una nueva
orden.
Desde el punto
de vista de mercadotecnia, me resultó genial esta idea. Usaron un elemento personal para llamar mi
atención y les funcionó. Si el asunto hubiera
dicho “20% de descuento” quizás ni lo leía porque no tengo nada que comprar en
este momento. Sin embargo, como apelaron
a mis sentimientos, lograron que abriera el correo electrónico, mirara el catálogo
y contemplara ordenar.
A lo que voy con
todo esto es que los escritores y los empresarios, de vez en cuando, deben
apelar a los sentimientos de su público.
No todo puede ser blanco y negro, vendo y me compras y ya. A veces, hay que ir más allá: saludar,
preguntar por la familia, ofrecer ayuda y luego, vender. El cliente sentirá que te preocupas por él y
quizás sienta más interés en comprarte porque sabe que no es uno más en tu
lista de clientes, es especial.
¿Qué te hace
sentir especial como cliente?
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