domingo, 1 de abril de 2012

¿Por qué dejar todo para el último minuto?


En inglés se le llama “procrastination” y es el fenómeno de dejar las cosas para después.  Pienso que es una negación de hacer lo que tengo que hacer por el mero placer de que puedo dejarlo para después.  Yo tengo episodios de este mal.  Por lo general, trato de hacer las cosas con tiempo, pero hay ocasiones en las que por más que intento, no logro tomar acción para comenzar una tarea.  “Es como perseguirse el rabo”, diría una amiga mía.  Porque no es que estoy sentada sin hacer nada, sino que siempre encuentro otra cosa que tengo que hacer primero y me sirve de excusa perfecta para dejar para después lo que realmente se supone que esté haciendo ahora.

A veces me pregunto si será un reto personal dejar las cosas para después para ver si logro cumplir con la meta a pesar de tener poco tiempo.  ¿Será que disfruto la dosis de adrenalina?  Tiendo a pensar que sí porque la verdad es que siempre lo logro, aunque a veces el esfuerzo es sobrehumano y las horas de sueño brillan por su ausencia.

Para contrarrestar este dilema, llevo una agenda bastante estricta.  Así disminuyo la posibilidad de que algo se me olvide y me asigno suficiente tiempo de manera que, si el episodio me ataca, todavía tengo un tiempo adicional para completar la tarea. 

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