Cuando era chiquita, mis padres me enseñaron que había
un horario apropiado para las llamadas.
En ese momento, ellos se referían al horario en que podía llamar a mis
amiguitas por teléfono. Decían que no era apropiado llamar antes de las 9:00 de
la mañana ni después de las 9:00 de la noche.
Años después he aprendido que también
hay un horario apropiado para las llamadas de negocios. Por ejemplo, yo suelo limitarlas de 9:00 a.m.
a 6:00 p.m. y respeto los fines de semana pues comprendo que aún los
empresarios necesitan tiempo para descansar y desconectarse. La confusión, en ocasiones, se debe a que quizás
el empresario tiene una oficina en el hogar y por eso podemos tener la tentación
de llamarlo a cualquier hora. Sin
embargo, antes de hacer una llamada, me pregunto ¿lo llamaría a esta hora si estuviera en su oficina o negocio fuera del
hogar? Si la respuesta es “no”, esa es una llamada que puede esperar hasta
el próximo día.
Claro, hay excepciones. Si uno está organizando una actividad es
posible que sea necesaria una llamada en horas después de las 6:00 p.m. o un
día en el fin de semana. Pero en la medida en que no sea por una razón
específica, mi consejo es respetar el horario porque lo que es urgente para mí quizás
no sea urgente para él y una llamada a destiempo puede caer pesada.
Otros dos casos son las llamadas
personales y las llamadas que llamaré “íntimas”. Ambas tienen horarios más flexibles que las
llamadas de negocios. Para las llamadas
personales, que son las que hacemos a amigos y familiares no tan cercanos, en
las que no se habla de trabajo, uso el horario de 9 a 9 que me enseñaron mis padres.
Para las llamadas “íntimas”, que son
las que hacemos a nuestros mejores amigos y familiares súper cercanos, cada
relación dictará el horario apropiado para esas llamadas que, desde luego,
suele ser súper flexible.
¡Éxito siempre!
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