domingo, 11 de enero de 2015

Un placer conocerte, París

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Este es el segundo artículo en una serie de 12.

Aterrizamos en el aeropuerto Charles de Gaulle en París a eso de las 10:45 a.m. y tomamos un autobús para conocer la ciudad. Mi primera pisada oficial en el suelo parisino fue cerca de la Torre Eiffel. Tomamos algunas fotos y luego dimos varias vueltas alrededor del Arco del Triunfo.

Luego de registrarnos en el hotel, tomamos un paseo en barco por el río Sena. Desde el barco, veíamos a la gente sentada compartiendo en las riberas del río. En una grabación que nos explicaba lo que veíamos a lo largo del río, escuché una cita del autor Ernest Hemingway: “París es una fiesta”. Eso me inspiró y quise averiguar si era verdad.

Más temprano ese día había visto gente en los parques almorzando sentada en la grama y disfrutando del calor del sol. Me llamó la atención un hombre cincuentón vestido en un traje de tres piezas de color marrón claro, con corbata y una camisa blanca, él estaba acostado sobre la grama disfrutando el calor del sol. Me pregunté por qué él hacía eso y rápidamente me di cuenta de que vengo de una isla tropical donde quien haga eso se quemaría al instante, pero en esta temperatura de 60°F a 70°F, el sol es tu aliado.

Lección # 1: En París hay que pensar de manera diferente.

Ese primer día en París también vimos el puente de los candados, llamado el Puente de las Artes. Allí aprendí que la tradición es sellar el amor con un candado que se deja en el puente y cuya llave se tira al agua. Sin embargo, esa tradición está ocasionando un problema para la ciudad pues los puentes no están diseñados arquitectónicamente para aguantar tanto peso.

Lección # 2: Suelta tus cargas, ¡estás en París!

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