Hoy vuelvo a escribir sobre mi papá. A él le encantaba viajar y me llevó a muchos
lugares en el poco tiempo que tuve con él.
Uno de los recuerdos más lindos que tengo fue ir a San Francisco,
California; fue un agosto, pocos días después de mi cumpleaños número nueve;
ese fue mi regalo. Entre las aventuras que tuvimos, viajamos en lancha entre
los puentes Golden Gate y Oakland Bay Bridge.
Debajo de cada uno de esos puentes, me pidió que le diera un beso en el
cachete, me dijo que nunca olvidara aquel momento y que cuando tuviera hijos
hiciera lo mismo con ellos. La verdad es
que no olvido ese momento y ahora entiendo que con esa “extraña” petición él
construyó un recuerdo único entre él y yo.
Uno de los muchos que guardo en mi corazón.
Cuando busco la lección “profesional” en esa
escena tan paternal, pienso que tenemos que buscar maneras para que nuestros
clientes nos recuerden. Quizás
inicialmente les parezca extraño que les des las gracias por el tiempo que te
dedicaron en una reunión, pero con el tiempo sabrán que agradeces la relación
que han establecido contigo.
Te invito a que inventes una manera única de
permanecer en la mente de tus clientes.