Este es el octavo artículo en una serie de 12.
Tomamos un autobús que nos llevó al suroeste de
París al poblado de Chartres. En la autopista, vi hermosos paisajes llenos de
flores amarillas —que luego descubrí es la planta de la canola— y que había
visto por primera vez desde el avión cuando estábamos a punto de aterrizar en
Charles de Gaulle. El diseño de la siembra es en gigantescos cuadriculados, uno
al lado del otro a ambos lados de la carretera. El tallo de la flor es de un verde intenso lo que crea un
contraste impresionante con el amarillo brillante de la flor.
En Chartres, visitamos la Iglesia Católica más
hermosa de todas las que vi en París. Se distingue por dos torres de estilos
arquitectónicos diferentes. Según nos explicaron, parte de la Iglesia se
destruyó en un fuego y al momento de la reconstrucción ya el estilo
arquitectónico había cambiado. Por lo que quedó una torre en el estilo original
y la segunda en el estilo de la nueva época.
Fue de regreso de esta excursión que tuve el
pensamiento que regresa a mi mente cuando pienso en este viaje, nos acercábamos
a la Torre Eiffel y con una mirada incrédula, pensé: "estoy en París”. Es
un momento que jamás olvidaré; recuerdo haber hecho el esfuerzo de memorizarme
aquella vista y así la sellé en mi memoria.
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