Pienso que es
porque la gente se levanta tarde, va a la iglesia o toma el día para descansar,
pero los domingos son días lentos, las calles están tranquilas, los vecinos
están en silencio y se dan las condiciones perfectas para soñar, escribir,
meditar, planear o cualquier otra actividad ociosa.
Por eso escogí
los domingos para atender mis blogs. Es el único día en la semana en que
realmente puedo hacer las cosas con calma y pensar.
Hoy no es la
excepción. Me levanté temprano y preparé mi café. Mientras lo disfruto, prendí
la computadora porque sentía que había un mensaje que quería compartir y el
mensaje es, precisamente, que los
domingos son para soñar. Los domingos saco un rato para pensar en el
futuro, en mis próximos planes: los cursos para Editorial Narra, los
cambios que haré a mis clases de inglés y cualquier otro invento que se me
ocurra con el que pueda ayudar a otras personas.
En el silencio
de la mañana del domingo, antes de que el mundo despierte y la casa se llene de
actividad, se crea una burbuja perfecta para idealizar los planes, o sea, para
soñar sin límites, visualizar proyectos y trazar el plan para que se logren
esos sueños porque, de otro modo, solo serían anhelos. Y lo bueno de los sueños
es que nos inspiran, pero hay que tomar acción para convertirlos en realidad.
Los domingos
son, como dice la frase para bailar como
si nadie te viera… o en este caso, soñar y planificar sin que nadie te diga
que no puedes o que es muy difícil. Nutre tus sueños, haz planes, toma acción porque
los
domingos son para soñar.
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