El tema del primer episodio es la fantasía. Nací en los tiempos en que mi
papá ya se había retirado y, junto a mi mamá, creó para mí un hermoso mundo
cuyos recuerdos se asemejan a los cuentos de hadas. Crecí con mucho amor y con
cuanto antojo se me ocurriera pedir. Las Navidades eran mágicas, pero mejor
aún, todo el año era Navidad. Tengo un recuerdo muy especial de mi papá: todos
los días, cuando me recogía en la escuela, llegaba con una sorpresita para mí.
Todos los días. Una sorpresita. Podía ser un dulce, un peluche pequeño o un
llavero, pero el gesto me hacía sentir como toda una princesa.
Mi casa de muñecas no era plástica y pequeña, era, por el contrario, de cemento con tres “habitaciones” que se distinguían por tres tipos de losa diferentes: cuarto, sala y cocina. La cocina tenía un fregadero de verdad. Las ventanas eran de verdad y la puerta de entrada era doble y en madera. La casa medía ocho pies de alto (igual que una casa de verdad) por 6 pies de ancho y 20 de largo. Estaba construida en el patio de la casa y cuando mis padres tenían visita, yo también le daba un recorrido por mi casita.
Con mi papá aprendí a viajar bien vestida, a no temerle a nada, a ordenar lo que quisiera en un restaurante y a creer en mis sueños. Papi también me enseñó a aprender un poquito de todo y estoy segura que por eso he combinado tantos saberes en mis estudios. Mami, por su lado, me inculcó que la educación es lo único que nadie puede quitarme. Esos años de formación fueron maravillosos. Recuerdo con mucho cariño las visitas a casa de mi abuela paterna en Santurce y las cenas de Acción de Gracias que Mami confeccionaba para quienes quisieran llegar. A ella le encantaba tener la casa llena y se esmeraba por hacer que nuestro hogar fuera acogedor y que la gente se sintiera bienvenida.
La historia continúa mañana…
Mi casa de muñecas no era plástica y pequeña, era, por el contrario, de cemento con tres “habitaciones” que se distinguían por tres tipos de losa diferentes: cuarto, sala y cocina. La cocina tenía un fregadero de verdad. Las ventanas eran de verdad y la puerta de entrada era doble y en madera. La casa medía ocho pies de alto (igual que una casa de verdad) por 6 pies de ancho y 20 de largo. Estaba construida en el patio de la casa y cuando mis padres tenían visita, yo también le daba un recorrido por mi casita.
Con mi papá aprendí a viajar bien vestida, a no temerle a nada, a ordenar lo que quisiera en un restaurante y a creer en mis sueños. Papi también me enseñó a aprender un poquito de todo y estoy segura que por eso he combinado tantos saberes en mis estudios. Mami, por su lado, me inculcó que la educación es lo único que nadie puede quitarme. Esos años de formación fueron maravillosos. Recuerdo con mucho cariño las visitas a casa de mi abuela paterna en Santurce y las cenas de Acción de Gracias que Mami confeccionaba para quienes quisieran llegar. A ella le encantaba tener la casa llena y se esmeraba por hacer que nuestro hogar fuera acogedor y que la gente se sintiera bienvenida.
La historia continúa mañana…
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Déjame tu comentario en el blog o escríbeme en privado: vigimaris@editorialnarra.com, quiero conocer tu reacción.
Dicen que la vida se divide en ciclos de siete años y por motivo del año nuevo 2014 he analizado mis cinco ciclos de existencia. Los comparto en cinco episodios en este blog para que conozcas un poco más sobre mí. Siempre he dicho que, a pesar de la adversidad, soy quien elijo levantarme y seguir adelante. Espero que mi historia te sirva de inspiración porque cada reto es una nueva oportunidad de brillar y de triunfar.
Todos tenemos una historia que contar y un libro es el medio para compartirla. -Vigimaris
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Dicen que la vida se divide en ciclos de siete años y por motivo del año nuevo 2014 he analizado mis cinco ciclos de existencia. Los comparto en cinco episodios en este blog para que conozcas un poco más sobre mí. Siempre he dicho que, a pesar de la adversidad, soy quien elijo levantarme y seguir adelante. Espero que mi historia te sirva de inspiración porque cada reto es una nueva oportunidad de brillar y de triunfar.
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