domingo, 6 de julio de 2014

Tito vs. Cotto



Quienes me conocen jamás pensarían que llegaría el día en que escribiría sobre los deportes.

Sin embargo, hoy quiero tocar el tema, no de los deportes directamente, sino por la proyección de dos figuras del boxeo que son parte de la historia de Puerto Rico. No pretendo entrar en debates sobre si el boxeo es o no un deporte ni sus méritos o debilidades. Lo único que aporto en este artículo es mi observación sobre la proyección profesional de Félix “Tito” Trinidad y Miguel Cotto.

Siempre explico que la definición del término “profesional” varía según el campo. Escribo, entonces, sobre cómo Tito y Cotto se proyectan públicamente en el campo del boxeo.

Lo que se ve, no se pregunta.

Tito es un hombre simpático, con don de gente, disfruta las caravanas públicas, compartir con su pueblo y festejar. Tan es así que felizmente comparte el secreto de su éxito: un caldo de pollo que su madre le preparaba antes de sus peleas.

Cotto es un hombre reservado, de poco hablar, serio y retraído.

Ahora entra mi análisis: ¿es bueno o malo un estilo o el otro?

En días recientes, cuando Tito fue exaltado al Salón de la Fama del Boxeo y Cotto ganó su cuarto título mundial en diferentes categorías del boxeo, observé cómo cada uno celebró su triunfo. Lo que identifiqué fue un contraste entre un extrovertido y un introvertido, como son Tito y Cotto, respectivamente.

Comencemos por el uso de sus nombres.
  • Tito utiliza un apodo, que de por sí es una práctica informal y lo acerca a su público. Es como un amigo a quien todos sienten la confianza de llamarlo por su apodo y no por su nombre.
  • Por el contrario, a Cotto rara vez se le oye llamar por su primer nombre “Miguel”. El uso del apellido crea distancia y cierto respeto.

No obstante, es cuestión de proyección. A mi entender, ninguno está ni bien ni mal, son estilos diferentes. Cada uno se siente cómodo de manera distinta y eso hay que respetarlo.

Son estilos diferentes.

Respeto a Cotto por no dejarse presionar ni sentirse obligado a celebrar de una manera que él no disfruta. Me pongo en sus zapatos. Tras meses de preparación para una pelea y bajarse golpeado de un ring (a pesar de su victoria), puedo entender su agotamiento y deseo de llegar tranquilamente a su casa, descansar  —y posiblemente celebrar— en el seno de su familia.

También respeto a Tito, quien disfruta inmensamente celebrar junto a su pueblo y hacerlo partícipe de sus grandes logros. Tito tiene la gran habilidad de unir a un pueblo, incluso en medio de la adversidad.

Ambos están correctos en sus posturas porque están siendo fieles a quienes son genuinamente. Si trato de imaginármelos en papeles invertidos, pienso que Tito no sería feliz si llegara sin ver a su gente y tuviera que encaminarse directamente a su hogar. Tampoco sería feliz Cotto teniendo que participar de una caravana que dura largas horas en las que le toca hablar y socializar con cientos de personas. Por lo tanto, pienso que ambos se conocen y han sabido manejar sus personalidades y su proyección en un estilo que es cómodo para cada uno.

Dicción y confianza.

Queda, por último, discutir la dicción de cada uno de estos profesionales del boxeo y las consecuencias buenas o malas que tiene para su imagen.

Tito, a pesar de su don de gente, pareciera hablar con dificultad al dirigirse al público en cualquier conversación que vaya más allá del coro “¡Tito! ¡Tito! ¡Tito!”. Sin embargo, su apertura lo acerca al pueblo y crea un sentido de confianza.

Por otro lado, Cotto es un hombre de pocas palabras, pero precisas, de buena dicción y de pensamiento profundo. Cotto se gana la confianza, no con su sonrisa, porque casi nunca la enseña, sino con sus palabras, con la seguridad y la fluidez con la que contesta, con la formalidad y la pausa con la que atiende sus asuntos.

En fin, cada uno de ellos tiene su estilo y sabe aprovechar sus fortalezas. Son hombres destacados en su deporte, al que se han entregado en cuerpo y alma.

¿Por cuánto podemos, entonces, juzgar a unos hombres profesionales en su campo, dedicados, talentosos y quienes le traen gloria a nuestro país y, además, son fieles a su personalidad sin dejarse presionar ante lo que la gente quisiera que hicieran?

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