El regreso a clases me puso a reflexionar sobre lo que hacía durante los veranos de mi niñez. Recordé que, en varias ocasiones, fui a campamentos de verano. Honestamente, no recordaba todo lo que allí aprendí.
- Aprendí el proceso de reciclar papel, ponerlo en agua, secarlo y darle un nuevo uso.
- Aprendí a manejar las computadoras.
- Practiqué lo que había aprendido en mis clases de modelaje.
- Aprendí a hornear galletitas.
- Pinté camisetas.
- Practiqué la natación, el único deporte que hasta el sol de hoy domino.
Luego, me di cuenta de que son destrezas que a veces doy por sentado, pero de la misma manera me pregunto qué sería de mí sin esas experiencias.
Por ejemplo, pienso que no volveré a pasar por el proceso físico de reciclar papel, pero agradezco saber sobre el proceso porque me ayuda a tener conciencia sobre el ambiente.
Ahora veo cómo esas destrezas “extracurriculares” complementan el currículo académico que tenía en la escuela. Ahora veo lo importante que son los campamentos de verano y otras actividades.
Entonces, hoy pensaba que debería haber una versión para adultos, para recordar aquellos tiempos, adquirir o refrescar destrezas y, sobre todo, para divertirse.
Si te inventas uno para el próximo verano, me invitas.
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